Verdaderamente estaba ante otro Cristo

Quiero compartir mi experiencia en el voluntariado de la convivencia de Vallecas.

A mi me tocó ir al hogar que las Hermanitas de los ancianos desamparados tienen en Carabanchel. A mediodía entrábamos un grupo de 35 jóvenes y adolescentes que fuimos repartidos por las diferentes alas de la casa para compartir la mañana junto a los ancianos.

Los temores iniciales ante lo que pudiésemos encontrar, se disiparon al cruzarse los primeros saludos. Estuvimos cantando y bailando con las abuelas en una sala común, y después conversando personalmente con algunas de ellas. Se notaba que el Espíritu Santo estaba por medio, porque nunca faltaban las palabras y el trato era muy familiar, como amigos de toda la vida.

Después, una hermanita nos invitó a visitar a los enfermos que están postrados en cama. Frente a la puerta de la habitación nos contó que íbamos a conocer a Venerable, una mujer que llevaba 16 años en coma. Antes de entrar, intenté hacerme consciente de que era al mismo Jesús a quien iba a ver, que al fin y al cabo esa era la razón por la que estaba allí esa mañana… Al traspasar el umbral y contemplar a la enferma, la expresión sufriente de su rostro trajo a mi memoria el icono de la cruz de Taizé… Siempre había pensado que si ese crucificado tuviese los ojos abiertos, quizá sería más expresivo…

Ahora, en el silencio reverente de la habitación, esos ojos cerrados estaban iluminando el misterio del dolor y de la cruz. Verdaderamente estaba ante otro Cristo: Jesús estaba acompañando a esta mujer hasta el final de sus días, hasta el punto de estar postrado con ella. El mismo nombre de Venerable se me mostraba como signo de la presencia de Jesús; signo de la dignidad de toda vida humana, siempre digna de veneración. Las palabras y caricias que la hermanita le dirigía eran expresión de la misma actitud del que se postra antela Cruzpara venerarla; ambos gestos están reconociendo que ahí esta, misteriosamente escondida,la Verdad.

Cuando en la oración de la noche nos postramos antela Cruzde Jesús para adorarla, me acordé de Venerable, de Casto, de Joaquina y de tantos otros que viven crucificados con Él, sosteniendo el mundo; verdaderamente, la oración y la acción cristianas se nutren la una de la otra.

Felipe

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